Cuando a uno le dicen que el expresidente del Ecuador, José María Velasco Ibarra, el boxeador Eugenio Espinosa, el pintor Oswaldo Guayasamín, la Reina de Salinas de 1969, Silvia Secaira, el gobernador —de aquel entonces— de Santo Domingo de los Tsáchilas, Daniel Calazacón y otras figuras públicas ecuatorianas aparecen en una película del francés Peter Kassovitz, podría suponer que se trata de un delirio surrealista. No menos curioso resulta conocer que el escritor guayaquileño Demetrio Aguilera Malta fue también director de cine en diferentes países latinoamericanos.
Ejemplos como los precedentes existen muchos en diferentes partes del mundo, en todos los géneros audiovisuales, es decir, producciones cinematográficas que se han llevado a cabo en diferentes épocas, realizadas por directores extranjeros en el Ecuador; películas que han sido dirigidas por compatriotas en otros contextos; coproducciones ecuatorianas con otros países en las que podemos ver a actores y actrices del medio representando historias lejanas a nuestro país, o en películas que hacen referencia directa a la latitud cero de Sudamérica.
Con el afán de hacer un mapeo exhaustivo de este tipo de creaciones audiovisuales, el Consejo Nacional de Cine del Ecuador (CNCine) se ha propuesto articular las estrategias necesarias para que la audiencia nacional e internacional pueda acceder a estas producciones de manera pública y gratuita. Y es que aun cuando los derechos patrimoniales sigan perteneciendo a sus realizadores, la posibilidad de consumirlas en el país, en calidades ópticas dignas, es uno de los ingredientes imprescindibles que le faltan a nuestro patrimonio fílmico y audiovisual para estar completo.
En estas líneas no es posible abordar la totalidad de estas películas, cuya búsqueda y recopilación ha venido haciendo la Cinemateca Nacional del Ecuador desde hace muchos años. En unos casos han sido los propios directores quienes, libre y voluntariamente, han depositado el soporte fílmico de su película en la bóveda climatizada de este archivo; en otros se cuenta solamente con una copia en formatos obsoletos que hacen imposible su visionamiento, exhibición y consulta; y en otros, la versión entregada no ha sido autorizada, todavía, para la difusión cultural.
Preciso es, para extender el espectro del imaginario en movimiento del Ecuador, hacer todo lo que sea necesario, a nivel de la política pública, para aproximar a la comunidad a relatos audiovisuales que le ofrezcan otras miradas sobre el discurso identitario. Así, cuán sensorialmente refrescante será que podamos sincronizar la imagen y el sonido del filme de Kassovitz, antes mencionado, El Ecuador es mi patria (1969) y podamos escuchar al expresidente Velasco Ibarra hablando en francés. Alucinaremos cuando veamos los tres largometrajes y los cuatro documentales de Aguilera Malta, realizados en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado; títulos como Dos ángeles y medio y Los Salasacas nos crean una gran inquietud por mirar la producción filmográfica del artífice de, entre otras perlas literarias, la novela Don Goyo.
Mágico será el momento en que podamos ver la extensa obra cinematográfica del chileno Alberto Santana, quien filmó varias películas sonoras y silentes en diversas localidades del Ecuador. Cómo privarse de admirar una historia que se publicita por la prensa, en 1930, de la siguiente manera: “GUAYAQUIL DE MIS AMORES/ Apasionado y sugestivo romance de amor, viviendo primorosas escenas campestres y diversos estados de la vida Guayaquileña/ Super-producción nacional cantada, hecha con artistas y capitales ecuatorianos”.
No son pocos los comentarios nostálgicos que podemos leer en un espacio de la red, a través de los cuales quienes participaron como protagonistas, extras y figurantes en la película Tren al cielo, del sueco Torgny Andenberg, reclaman la posibilidad de ver este filme, rodado en 35 mm, en 1990, en Guayaquil. En ese año muy pocas fueron las oportunidades que tuvo el público de apreciar la pieza. Hoy por hoy hemos acudido hasta el Stiftelsen Svenska Filminstitutet (Instituto Sueco del Cine) con el objetivo de actualizar el alcance hacia este tierno poema audiovisual, que nos narra los sueños de un niño precoz y chispeante.
Desde Suecia podremos también deleitar nuestros ojos con aquel conjunto de películas hechas por Rolf Blomberg, realizadas por encargo de la Televisión Sueca, y que no han sido exhibidas aún en el Ecuador. Para el infatigable Archivo Blomberg y para la audiencia en general, contar con esas películas en nuestro medio será un lujo documental.
Tal como lo hizo Alberto Santana cuando dejó nuestro país, los italianos Carlos Crespi y Carlo Bocaccio, después de concluida su misión de trabajar junto a los salesianos, se llevaron consigo, aparentemente hacia Guatemala, otras importantes capturas de imagen que hicieron en el Oriente ecuatoriano, las que junto a Los invencibles shuar del alto amazonas (1927) constituyen, sin lugar a dudas, uno de nuestros tesoros fílmicos más emblemáticos.
Continuando con películas de autoría de cineastas europeos realizadas por estos lares, estamos también sobre la pista de aquellas documentaciones audiovisuales que se realizaron en el siglo pasado, sobre los viajes de la realeza británica y española, especialmente a las islas Galápagos. Lejos de reivindicar una postura colonialista con la búsqueda de estos registros, es necesario tenerlos cerca para la correspondiente contextualización histórica e investigación crítica de estos hechos.
En 1978, desde Francia llegaron Luc Moullet y Antonietta Pizzorno, quienes filmaron escenas de la labor de los obreros en las plantaciones de banano en El Oro y en las refinerías de petróleo en Lago Agrio; escenas que fueron editadas junto a similares asentamientos de pobreza en África, dando así a luz a su película Génesis de una comida. Treinta y seis años más tarde, la pieza tiene una vigencia social tan fresca y decidora como entonces. Urge tenerla entre nosotros.
Y de vuelta a Latinoamérica tenemos noticias de que recientemente en Perú, en un viejo almacén que perteneció al Ejército Peruano, encontraron el documental titulado Alerta en la frontera, el cual describe vivencias inéditas de la Guerra de 1941 entre ese país y el Ecuador. Actualmente es posible visualizar en el canal virtual YouTube unos pocos minutos de este material, fragmento que comienza con un titular en grandes letras que dice: “LLENO DE ACCIÓN Y HEROÍSMO”. La corta narración de la voz en off nos lleva a concluir la importancia de tener acceso a la película completa, con el ánimo, además, de fortalecer los lazos de paz con el hermano país del sur.
Del sur saltamos al norte y llegamos a México, país con el cual el nuestro tiene una larga data de coproducción filmográfica. En la actualidad, lo que quedó de la Empresa Fílmica Nacional se reduce a soportes analógicos de películas de las cuales esta empresa es copropietaria de derechos; las copias fílmicas de exhibición fueron quemadas años atrás en Guayaquil. Felizmente, la Filmoteca de la UNAM guarda los originales de ocho de los diecisiete títulos que forman parte de esta estrecha relación cinematográfica, dentro de los que se cuentan El derecho de los pobres (1971), de René Cardona Jr., película en la que actúa la leyenda del fútbol nacional, Alberto Spencer; y Fiebre de juventud: romance en Ecuador (1966), de Alfonso Corona Blake, en la que Enrique Guzmán canta sus éxitos del momento en los salones en un Hotel Quito que presume una modernidad pomposa, y en la que Ernesto Albán hace de las suyas. ¡Hay que ver estas películas!
Desde ese mismo país norteamericano llegó el año pasado hasta la Cinemateca Nacional el director y antropólogo estadounidense Scott Robinson quien, en un gesto de corresponsabilidad social, entregó a esta institución una copia en 16 mm de las películas codirigidas con Michael Scott Ñukanchis Kausay (1968) y Sky Chief (1971). Ambas fueron exhibidas en 2013, en la Sala Alfredo Pareja D., de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, a propósito, precisamente, del Día Mundial del Patrimonio Audiovisual.
La primera película fue rodada en la provincia de Chimborazo, sobre esta, el catálogo de la muestra, producido por la Cinemateca Nacional, dice: “Ante el riesgo de que la embajada de los Estados Unidos secuestrara la película en 1969, se entregó al obispo Leonidas Proaño en Riobamba. Monseñor Proaño difundió la película en su diócesis durante los años siguientes”. Y sobre la segunda película el mismo documento anota: “En la amazonía (sic) se vislumbran los abusos del gobierno y de las compañías petroleras extranjeras como Texaco, que despojan de sus tierras a comunidades indígenas cofán. Se documenta y denuncia el impacto social y ecológico después de que en 1979 se descubrieron en esa zona importantes yacimientos petroleros”.
La idéntica cronología, territorio y temática de la película Ñukanchis Kausay nos lleva a relacionarla con los filmes silentes del trotamundos belga Cédric de Villiers, que forman parte también de esta pesquisa del CNCine y sobre los que con detallada solvencia su hija Karine articula en este mismo espacio editorial.
Este conjunto de películas podrá ser visto en Quito, Riobamba y Cuenca en noviembre de este año; muestra con la que queremos expresar nuestro compromiso con la memoria audiovisual del Ecuador.