Aquí me he permitido recopilar textos poéticos de cinco autores jóvenes y de mediana edad que no han sido aún visibilizados en el espectro de la última (actual, postergada, por motivos varios) poesía ecuatoriana pero que, en su mayoría, se encuentran en constante creación y, además, activa gestión cultural-literaria, no solo en papel de escritores, sino de promotores en diversos roles.
Todos me han hecho conocer sus respectivas propuestas poemáticas desde los encuentros casuales, las redes sociales, los libros de factura independiente y los blogs —para eso han servido esas fibras ópticas, esos agujeros negros— que surgen desde la (s) literatura (s) otra (s) y que interpelan a cualquier canon y así oponer resistencia a la precariedad y al anonimato que representa la gran industria editorial, algunas veces cerrada para nombres nuevos.
Sin embargo, algunos de estos escritores han asistido a importantes festivales internacionales de poesía o han participado en grupos literarios de Europa como Jairo Estacio Almeida (geógrafo), por muchos años radicado en Francia, quien, además, desde mi perspectiva, se constituye en uno de los óptimos hallazgos para nuestra literatura ecuatoriana por su fina ironía y el manejo del humor en su creación.
Es común evidenciar en la obra de Estacio esas imágenes ‘cotidianas’ que se transforman, bajo la comprensión de su lupa poética, en nuevos recursos literarios que se permiten ser iconoclastas a partir del sarcasmo que plantea el autor en sus textos. No es difícil que el lector se adhiera a las nociones de la costumbre que Jairo Estacio elige en sus elaboraciones discursivas y tampoco al vuelco sorprendente que el escritor realiza en los remates de sus breves composiciones poéticas. El lector reconoce las imágenes y acepta su mutación.
El autor, asimismo, hace las veces de un voyeur —voir es igual a ver, regarder es igual a mirar, y en la poética de Jairo Estacio es necesario hacer esta diferenciación, que parecería pueril en otros casos—, un observador sinuoso de estereotipos que maneja el vulgo y que se apropia de ellos para transferir al lector verdades paradójicas mediante hipérboles logradas, mediante el uso de la burla que emerge de la tragedia común. Así, traslada lo ‘común’ o ‘normal’ a la esfera de lo trágico, que, en la tradición, no podía sino provenir de lo sublime.
La mirada de Jairo Estacio es ecléctica, pues ha reconciliado las tendencias que ha aprehendido en los talleres de creación literaria europea avant garde con un lirismo premeditado en nuestra idiosincrasia y, sobre todo, en nuestra contemporaneidad.
Entre los otros poetas que cito, algunos, como en los casos de Alex Tupiza Aldaz (economista) o Lucía Moscoso Rivera (literata y editora), tienen una visión alternativa que parte desde la marginalidad y la independencia frente a la que podría llamarse, de alguna forma, ‘literatura oficial’.
A Alex Tupiza lo conocí hace algunos años y detecté ya entonces una fuerza telúrica en sus textos así como la intención de realizar un acercamiento a la ironía filosófica —puedo mencionar su aporte en el libro Fe de erratas, obra que parodia a una publicación de poesía de Visor, pues asume su formato pero lo re-interpreta con suma lúdica e irreverencia—. El autor ni siquiera imaginó que sería elemento integrante de esta muestra ‘emergente’ (me compartió algunos de sus textos hace algunos años y sin el afán de hacerse publicidad o entrar en algún tipo de canon) y creo que tampoco eso le inquieta. Tupiza es un trabajador auténtico de la palabra, un buceador del lenguaje. Sus temáticas son bien estudiadas y se esgrimen parcas en un ejercicio de síntesis que implica madurez. Sus versos se dibujan desde los textos que proyecta pero muchísimo más desde los espacios en blanco que diseña dentro de los textos, con el objeto preciso de crear significados. La falsa grandilocuencia de las impresiones gráficas que se asilan en sus estrofas singulares deja un precioso espacio al vacío —o debería preguntarme ¿a la nada, quizá?, que, por ejemplo, en Oriente, se asume como sagrada—. El recorrido creativo de Tupiza contempla personajes históricos, literarios, novelescos, comúnmente repletos de imperfección para lograr el significado total a través de sus rasgos.
A Lucía Moscoso tuve la oportunidad de conocerla gracias a la realización de las FLIAS (Ferias del Libro Independiente y Autogestoras/gestivas) que ella suele organizar y en las que interviene con fuerza a través de su propio sello editorial alternativo: La mecánica giratoria. El nombre de su sello se corresponde con uno de los versos de su libro de poesía Dictado de la mano izquierda —texto publicado recientemente por la Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay— pero que, con seguridad, caminará solo y muy lejos por su madurez que, desde mi perspectiva, debe ser registrada, desde ya y necesariamente, en la lírica femenina joven contemporánea del país de manera emergente.
En los textos de Lucía Moscoso es posible encontrar una ternura cobijada por la lucidez y la ironía de una ‘voz poética’ que podría ser comprendida como su álter ego. Moscoso revisa la tradición poética de nuestro país —a expensas de su corta edad— con una inteligencia prometedora. La autora permite que en su poesía trasciendan las obras de Alfredo Gangotena y Gonzalo Zaldumbide, pero ya dentro del arquetipo lírico contemporáneo/actual, en medio de una búsqueda innovadora que juega seriamente —valga la contradicción o paradoja— con las finas virtudes de los protagonistas de sus poemas (los pájaros, ella misma, casi siempre) desde una escritura imaginativa y responsable que no realiza concesiones con su propia obra a la hora de la autocrítica.
También recojo aquí textos de Johanna López Santos (arquitecta, gestora cultural), quien es la iniciadora del proyecto editorial independiente Kbzuhela o Drugos de la Naranja, cuyo catálogo registra a autores (jóvenes o de mediana edad) que empiezan a ser conocidos como Nancy Pilatuña, Freddy Ayala Plazarte, Cristian López, Diego Velasco y José Escobar. Además, Johanna López lleva ya algunos libros publicados, entre los que resalta Nimos, descuidos de un creador, editado en Argentina, así como su nombre consta en varias antologías poéticas a nivel latinoamericano.
López Santos propone en sus líneas poéticas elementos anecdóticos de su infancia, la infancia de muchos: una visión que retorna a la memoria, una y otra vez, en la búsqueda de lo perdido. Su recordación está plagada de esa fruta esquiva que es la melancolía. El ‘yo poético’ creado por ella reconoce el vacío que lo aqueja, el nostos, y resuelve erigir su voz en notas musicales, por ejemplo —planteamiento que refleja mucho más que una referida multi o transdisciplinariedad— y en ese material (polvo de oro del que están hechos sus sueños) la autora realiza una doble rememoración: la suya y la de su voz que vigila sus latidos en la composición de sus diáfanas estrofas; la constitución de un espejo frente a otro.
Y por último, he incorporado a esta panorámica la figura de Gabriel Alejandro Paz, a quien conocí a través de su poema ‘Sucesivos estados fantásticos’ (dentro de la obra A pasitos del fin de este mundo, 2014) que adquirí en una de las FLIAS junto con libritos artesanales de nuevos nombres de poetas independientes argentinos, pues él, de hecho, reside en la capital de ese país. Sin embargo, su primera obra Kubrick y la máquina del insomnio, fue publicada ya en el año 2013, por una editorial argentina. También cuenta con obras inéditas como Breve Contemplación de la Música y La Hija del Comunista y otros poemas de la playa negra.
Gabriel Alejandro Paz esboza en sus poemas innovadores registros —incluso gráficos— que atienden a una interesante capacidad re-creativa (no sería inútil revisar mi poema ‘Eloy Alfaro Híper Star’, del año 2002, donde perfilaba esta cuestión). Sus construcciones poéticas (nótese en su biografía el dato de su temprana edad) apuntan a una lúdica en la que es posible hallar una extraña apreciación ‘científica’ de las cosas. Sus aproximaciones líricas se traducen en versos, elevados a imágenes atractivas y heterodoxas, dignos de inclusión y estudio para la anterior o nueva crítica literaria ecuatoriana.
A continuación los autores y sus textos:

Jairo Estacio Almeida
(Quito, 1975). Realizó estudios de Geografía en Francia. Colaboró en la Revista Lujuriarte (1997).
Participó en las jornadas de teatro y poesía de ULIPO: les poètes inventent le monde (2007) y en los talleres de Reconstruction de la parole (2008). Ha brindado recitales en La Casa Silva en Bogotá (2008).
Autor de los libros inéditos: Criando ovejas en los sueños, Los últimos días de mi vida en el cuaternario, Entre el frío y la canicule e Hímenes rotos y labios partidos. Actualmente trabaja en una propuesta literaria denominada El corema de la palabra.
Zooficciones
Salto del tigre
Posición perrito
El frotamiento del jabalí
Ataque del cangrejo
Cabalgadura de caballo
La presión del elefante
Lamido de boa constrictor
Jamás pensé que podía ser orgía
en la zoofilia de tu cuerpo
Paradoja aristotélica
Los vacíos de la historia se llenan con el presente
decía mi padre el borracho
las cosas de la vida tienen su curva más exacta en el envés de la muerte
decía mi tío el mujeriego
la verdad se concibe en la mentira más lograda
decía mi abuela la inconstante
el hombre y dios tienen la misma costilla
decía mi otro tío el que perdió la costilla en un accidente
El padre, la madre, la abuela y el tío
son sólo el recuerdo o la imagen material
que se desliga de la imagen consciente
a medida que crecemos
y somos el padre, el abuelo y el tío
decía Aristóteles, el aún ausente
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Álex Tupiza Aldaz
(Quito, 1975). Forma parte del consejo editorial de la revista independiente Fe de Erratas. Como mencioné, ha escrito, a cuatro manos, el libro Fe de Erratas, Quince Años de Éxito (2006).
Perteneció a los talleres de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Ha participado en varios encuentros literarios dentro y fuera del país.
Su poesía ha sido publicada en revistas y antologías locales y del extranjero.
Vendetta
La otra mano de Lepanto
acaricia el muslo de la ingenua
medianoche
Epígrafe
Para una orgía basta uno extrañamente
no estaba firmado por Pessoa
Dios sus amores
Sabe del mundo que fue
el que es
el que será
Omnipotente
Omnisciente
Omnipresente
pero frente a los muslos de María
no fue más que una triste palomita
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Lucía Mosquera
(Quito, 1983). Licenciada en Lengua, Literatura Española y Lenguajes Audiovisuales por la Universidad de Cuenca.
Es creadora del proyecto Fonografías: registro de la poesía ecuatoriana a través del rock.
Aparece en 100 Poemas: antología de autores del mundo (Argentina, 2014) y publicó su primer poemario Dictado de la mano izquierda (Ecuador, 2015).
¿Qué pájaros son esos que devoran sus propias plumas?
Semejantes a quienes abren el silencio
lo desmenuzan y crean ruinas de papel
letra muerta sobre letra herida
El sonido como piedra hace agujeros en el aire
de ayer, en todo el ayer amontonado
¿Qué pájaros son esos que convertidos en ceniza
cortan en círculos nuestro cielo?
Nuestro
Todos los nombres en mi nombre
un sollozo fugitivo se precipita en la boca
rutina vaga de un sentimiento torcido
Sin encanto la pasión enreda su pelo en la luz
en la lengua que despierta incinerada
Pájaros cantores, aves rapaces, migratorias, antropomorfas y fantásticas: aves extrañas que llevan la palabra como saco aéreo
Bienvenidos
Comienzo
Pensando en el círculo que hilvana las horas
en su mecánica giratoria de circunstancias y cascabel,
creyendo estar a salvo de los domingos,
del alarido desesperado contra los perros sin nombre,
de las cerraduras oxidadas
y, sobre todo, del disfraz involuntario […]
Ahora comienzo
es la línea convencida de la mano izquierda,
en el lenguaje que la soledad desabotona,
abierto ese lugar que somos
cuando el paisaje carece de niebla.
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Johanna López Santos
(Quito, 1979). Realizó la investigación ‘Anatomías de cristal: los suicidas en la literatura ecuatoriana’, que dará lugar a la Antología de Poetas Suicidas versión Ecuador, de próxima publicación. Publicó Certezas Híbridas (2008) y Sextigmas (2010).
A todos los Ángeles que lograron deshabitarme...
Se han ido los que habitan en mí.
7 niños tocan flautas
y esclavizan el oído de los sordos…
Me mira de frente
y con disimulo sobrepone sus manos
me inyecta apellidos, sueños, epitafios
en clave de si (que desconozco)
me tararea el siguiente canto:

luego de emergentes silencios
una lluvia condensa mis espectros
y bicentenarios eventos
desgastan el hueso.
Sol-us
Nimo
como pequeño niño de voz aguda
confía.
Ha recurrido a mí,
su corazón da latidos iMpErCePtIbLeS…
Él, abertales de aciertos y desaciertos,
más que cualquiera
como nadie.
Escondo mi mano.
El pequeño niño se ha quedado ciego
asumo:
tiene que cuidarse solo.
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Gabriel Alejandro Paz
(Guayaquil, 1978). Vive actualmente en Buenos Aires donde realiza un Máster en Educación Superior y una Especialización en Procesos de Lectura y Escritura.
Ha publicado Kubrik y la máquina del insomnio (La Caída, 2013). En su libro Sucesivos estados fantásticos (A pasitos del fin de este mundo, 2014) revela un “viaje a través del tiempo y el espacio, dándonos pistas de cómo, al crecer, los niños que fuimos [perdieron] la capacidad de levitar para inscribirse en un mundo ajeno al asombro y a las maravillas de ver todo por primera vez”. Tiene dos libros inéditos: Breve Contemplación de la Música y La Hija del Comunista y otros poemas de la playa negra.
tristeza, alegría, recelo
son para todo niño una misma cosa:
el sueño de un perro náufrago con diferentes colas
condenado infinitamente a duplicarse
joven aún: imita los colores del mundo
inventa la rueda y destruye la rueda
no palidezcas frente al hábito
ser y estar son las palabras más importantes del diccionario y sino que lo digan los muertos
no pintes: imita el paisaje con las manos en el aire
y nunca digas: de esta agua no beberé
porque te perderás de nuestro hermoso naufragio
ahora sabemos que fuera de la imaginación no hay nada
que no existe una divinidad apropiada para nombrar a la antimateria
inventemos a Hommu-Tempus
tiro de gracia
hoy: te enseñamos a levitar
mañana: te obligamos a volver
(Julio Verne entrando y saliendo del poema)
Vive tú también: entra y sale del poema
como quien entra y sale de un abismo