Ecuador / Lunes, 29 Septiembre 2025

M. D. P. —work in progress—

Ideas

Para Isabel

If I could start again

A million miles away

I would keep myself

I would find a way

Trent Reznor

(Cash´s version)

 

Probablemente quien menos estaría de acuerdo en dedicar líneas a su persona(je) sería él. La última ocasión que nos vimos, platicamos sobre Manta y Portoviejo, sobre Tijuana y Aguascalientes, cuando supervisaba el contenido de sus talleres literarios para el Instituto de Bellas Artes de México en compañía de Tito Monterroso. Cuando llegamos, Moe Schavezstein y yo, traíamos entre manos una propuesta de revisión de tales talleres. Una suerte de puesta al día, como tener la primera grabación de la nueva concepción de un hit musical.

 

Isabel destapaba una discreta verde mientras el calor y la humedad se arremolinaban en una acogedora sala llena de grabados, óleos y dibujos, recuerdos del tránsito por los amigos y la geografía. Bromeábamos alrededor del linaje de Isabel, una mujer que ha sabido conservar el charme que denota seguridad y valentía. Dos ingredientes, asumo, ineludibles a la hora de hablar del maestro Miguel Donoso Pareja.

 

Acabamos la cerveza y empezó.

  I

En medio de la prepotencia juvenil de los años habaneros, dentro de los Talleres Literarios del Centro Onelio Jorge Cardoso del escritor y mentor cubano Eduardo Heras León, se desarrolló una clase con José Saramago, a quien no hace falta describir. En medio de la clase de “escena y composición” tuve el eructo mental de preguntar “¿cómo concebía su literatura desde una escena?”. Ante lo cual, el premio nobel respondió de manera muy tajante: “Muchacho, la literatura no se concibe, se escribe. Es lo que desata la imaginación”.

Corte.

La imaginación y la creatividad fueron los temas puntuales en que aterrizamos al momento de abrir la carpeta. Tomando en cuenta a la lectura como un aire transversal bajo el cual respiramos, la importancia no reside solo en la literatura como producto estético, sino como lenguaje de creación que estimula pensamientos, análisis y crítica.

 

En ese sentido, se resaltaba que la importancia de los talleres no estaba en enseñar a escribir más o menos bien, sino en promover un ejercicio creativo que impulsara otras conjugaciones de la realidad y otros pensamientos; un ejercicio en el cual, historia, vida, autobiografía y distopías estimularan no solo la generación de futuros narradores, cuentistas, novelistas y quizás (y sin pretensión alguna) algunos admirables poetas, sino de creadores de pensamiento, de sentidos, en suma, de cultura.

 

Es por ello que la clave no se encuentra principalmente en el producto estético sino en el oficio que lo precede: el oficio creativo, la libre creación literaria, narrativa y oral.

 

De esta manera definimos los talleres: un lugar de producción, investigación, crítica y experimentación de pensamientos, de herramientas, recursos y lenguajes creativos; un espacio de generación, intercambio y difusión de conocimiento, mapeo, discusión y diseño de estrategias para la libre creación literaria y sus contenidos para garantizar las bases cualitativas de futuras industrias creativas.

 

Desde luego, el intercambio entre generaciones gracias a este proyecto, a través de un cruce de ideas colaborativo, hizo aterrizar su gran legado metodológico en panoramas en los cuales, estar frente a jóvenes disparaba posibilidades de gestión y estrategia. ¿Combinación perfecta?

 

Probablemente.

 

                                                                                             II

 

En general, el concepto de industria cultural representa al sector de la economía dedicado a la producción masiva de bienes culturales como el arte y el entretenimiento. La literatura (o mejor dicho el ejercicio editorial) se convirtió en uno de los primeros espacios que llevaron a comprender a la creatividad como un generador de recursos en un sistema definido por el copyright. Esto, sumado a la posterior intermediación de multinacionales, llevó a consolidar una comercialización a escala global y su consabida difusión de contenidos para los consumidores.

 

Durante el desarrollo del concepto de industria cultural, establecido en la década de los noventa como una política pública en Inglaterra, se definió también tal actividad como producto de la creatividad, el talento y la habilidad de la persona. Sin embargo, tal política conllevó a una explotación de la propiedad intelectual bajo el supremo motivo de contribución de la economía: creación de cadena de empleo. No obstante, los creadores existían en tanto y en cuanto su publicación. En estos terrenos cabe preguntarse: ¿es posible entender la creación literaria solo desde el concepto del libro y su producción? ¿Se es escritor con solo publicar?

 

De esta forma, la creación literaria (en tanto creatividad, sobre todo) se muestra como aquella fuerza de trabajo que antecede a un capital o, si se quiere, al libro. Sin embargo, esto no implica tomar posiciones antagonistas con el mercado editorial que supone una cadena de oficios creativos. El punto es tratar de establecer lo determinante que significa para cualquier desarrollo de lectura y escritura el fomento y la defensa del ejercicio creativo, sea este literario, audiovisual, plástico visual y escénico.

 

Así, es necesario también preguntarnos: ¿cómo podemos, a través del enfoque de la libre creación, ser un epicentro de contenidos, para a su vez, ser impulsores de una gestión editorial en la región?

 

El impulso de la cogestión de las editoriales independientes nacionales y su integración regional serviría no solo para promover la circulación de nuestros creadores sino también para fomentar espacios de gestión aunados en redes editoriales.

 

De aquí se desprende otro punto: ¿en qué medida los creadores literarios encuentran en este medio las condiciones necesarias para las reivindicaciones por su derecho de creación? Ello implica, desde luego, el involucramiento de librerías, de libreros independientes y de toda una política que replantee las reglas de juego en pro de fomentar la creación literaria y la gestión editorial independiente.

 

                                                                                                 III

 

Tú cuando escribes, ¿lees?

 

Bueno, ahí está el inicio de la lectura.

 

La lectura no es un fin en sí mismo y muchas veces se encuentra amparada en el libro, por eso se relaciona uno con otro; sin embargo, la lectura es un ejercicio creativo que va más allá del libro. La lectura es un medio, y en eso debemos enfocar el fomento de la creación literaria y editorial.

 

De esta forma, los talleres literarios son los primeros espacios de promoción de la lectura a través del ejercicio creativo que, en suma, despliega la libertad de pensamiento, sentido, creación y, por lo tanto, cultura en su más amplio concepto.

 

El incentivo de la libre creación conlleva, en consecuencia, el fomento y promoción de lenguajes artísticos, de espacios que garanticen temas de calidad en la población y, más importante aún, el desarrollo de futuras industrias creativas donde los contenidos se erijan no solo como un epicentro de reivindicación creativa o comercial, sino de tránsito de historias y de narrativas de nuestra región.

 

                                                                                              IV

 

Se plantearon escenarios como pilotos. El maestro Donoso miró el techo, tan solo unos segundos, y exclamó: “Loja, Esmeraldas, Macas y… Manabí” (aunque esta última locación fue algo peleada —la tierra me llamaba, por supuesto— el maestro, entre risas, accedió).  

 

El plan era el siguiente: establecer los focos de creación, diseñar la metodología, definir tiempos y capacitadores. Iba a ser como volver a configurar los talleres —pero eso es muy difícil—. Él iba a supervisar a los capacitadores, aprobar los contenidos y, de cada foco, establecer la generación de ediciones locales.

 

Eso para empezar.

 

Quedamos en vernos en dos semanas, a partir de ese día, para definir nuestras tareas en estos “talleres reloaded” mientras abríamos la última cerveza ante los amenos contrapuntos de Isabel y Moe Schavezstein.

 

                                                                                          *

Mientras escribo los inicios de este discreto texto reviso las redes sociales, y la ‘oportuna’ mención del personaje de una novela icónica —Los detectives salvajes— para nuestra generación se hace inevitable. Las condolencias, disfrazadas de ‘suspicacia literaria’, me hacen entrever que detrás de esas menciones de simplón humor negro se encuentra también el legado de promover tanto el ejercicio de la escritura, como el de la libertad creativa, de sentido y de pensamiento, que muchas veces supone la dialéctica realidad de ver dormir al padre.  

 

Por lo demás, la ineludible conversación sobre Bolaño se hace presente, pero me reservo el derecho a elegir si participo o no. Además, ¿qué tan importante puede ser ante lo helada de una última cerveza en medio del work in progress?

 

Adendum

 

Los talleres que el maestro Miguel Donoso Pareja dirigía dejaron de recibir el auspicio hace algunos meses. Sin embargo, en el mes de noviembre, se inició un acercamiento con el escritor para implementarlos nuevamente. Los trabajos, en progreso, verán sus frutos a mediados de este año, en memoria del maestro Donoso.